El debate sobre las monedas digitales dejó de ser un ejercicio académico para convertirse en una necesidad de política monetaria. Banamex planteó que el Banco de México debe encabezar la regulación y definir un marco sólido que abarque tanto monedas digitales como depósitos tokenizados.
La propuesta cobra fuerza porque el banco central ha evitado pronunciarse sobre la emisión de una moneda digital minorista, pese a que en 2022 se planteó una posible implementación en tres años. La falta de información pública genera incertidumbre en un escenario donde otros países ya avanzan.
Panorama internacional y participación de México
El Banco de Pagos Internacionales reveló que 85 de 93 bancos centrales analizan proyectos de monedas digitales, en su mayoría con enfoque mayorista. Banxico participa en foros como el Fondo Monetario Internacional y el propio BIS, y en 2024 colaboró en el proyecto Agorá, diseñado para agilizar y abaratar transacciones internacionales con infraestructura compartida.
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La referencia a Estados Unidos muestra un camino distinto. Ese país decidió abandonar Agorá y optó por dejar el desarrollo en manos de monedas digitales privadas. En consecuencia, el papel que juegue México en este ecosistema resulta estratégico, ya que puede definir su competitividad financiera en el corto plazo.
Autonomía y retos internos
Banamex advirtió que la concentración política en curso podría poner en riesgo la autonomía del banco central. Desde 1994, la Constitución protege esa independencia, lo que ha permitido al organismo criticar medidas gubernamentales sin comprometer su mandato.
Por otro lado, la falta de avances públicos sobre una moneda digital mexicana contrasta con la velocidad internacional. El dato más reciente indica que alrededor de 60 % de la población mundial vive en países que exploran o prueban monedas digitales.
