La sociedad moderna se fundamenta en un sistema que entrelaza la función de los bancos y el papel regulador de los gobiernos. Este sistema se ideó para distribuir beneficios de manera equitativa entre todos los ciudadanos.
No obstante, la realidad ha mostrado que, en muchas ocasiones, las ventajas se concentran en un pequeño grupo, dejando a la mayoría en desventaja.
El reconocimiento de estas deficiencias ha llevado a un consenso sobre la necesidad de reformar el sistema hacia uno más eficiente y justo. Se busca una estructura que promueva la transparencia y la igualdad de oportunidades para todos.
Sin embargo, la idea de un cambio drástico genera resistencia, pues existe el temor de que las nuevas medidas puedan complicar aún más la situación.
La preferencia general se inclina hacia la mejora incremental del sistema existente, en lugar de optar por una transformación completa que podría traer consecuencias impredecibles. La cautela ante lo desconocido es una reacción natural, y por ello, la mayoría favorece una evolución cuidadosa y controlada que asegure un progreso sostenible y seguro para la sociedad.
Una encuesta reciente entre votantes de estados indecisos en EEUU ha revelado una visión crítica del sistema financiero actual, calificándolo de “obsoleto”. Sin embargo, la misma encuesta indica que las criptomonedas no son vistas como la solución definitiva.
A pesar de que un 70% de los encuestados cree que el sistema necesita una revisión, solo un tercio considera que las criptomonedas podrían ser la respuesta.
Fuente: es.cointelegraph.com









