Uno de los principales retos que aún se debe resolver es la facilidad de acceso y de conversión de criptomonedas a monedas fiduciarias.
Kim Grauer, analista de Chainalysis, señala que a pesar del entusiasmo que suele haber alrededor de las conversaciones de criptomonedas, en realidad la adopción por parte de los usuarios es lenta. Aunque se ha abierto cada vez más.
El uso de la tecnología, explica la especialista, se ha hecho más relevante en países con circunstancias extremas.
Es decir, donde hay rigurosos controles de capital, desdolarización, incertidumbre económica, así como altas tasas de inflación.
“Si recibes un pago de remesa en Bitcoin, ¿cómo vas a usarlo para pagar tus facturas? ¿Qué tan fácil es para ti convertir eso? Eso es un reto”, señala.
La especialista menciona que eso seguirá siendo un desafío. Ello, hasta que se establezca una infraestructura más global para resolver ese aspecto.
Hasta el momento se han registrado progresos por medio de la diversidad de servicios, como Binance o Bitso, entre otros. Aunque también existe la proliferación de otros métodos informales.
El dinero llamado fiduciario es el que se basa en la fe o confianza de la comunidad, es decir, que no se respalda por metales preciosos ni nada que no sea una promesa de pago por parte de la entidad emisora.









