Pocos imaginan que detrás de cada clic en una dApp o wallet hay una compleja red blockchain actuando como cimiento silencioso. En Argentina, donde la inflación impulsa a miles a buscar refugio en criptoactivos, la infraestructura blockchain opera de forma invisible pero esencial, conectando billeteras, contratos inteligentes y plataformas descentralizadas sin pedir protagonismo.
Su papel es comparable al del TCP/IP para internet: invisible, ubicuo, indispensable. Desde el auge de Ethereum hasta la llegada de redes como Base y Arbitrum, la infraestructura blockchain ha evolucionado para sostener economías enteras sin necesidad de intermediarios. Pero su naturaleza no intrusiva hace que la mayoría de los usuarios nunca interactúe directamente con las capas base. Usan productos construidos sobre ellas, sin notar que cada operación de un swap en Uniswap a una transferencia en USDT ocurre gracias a esta estructura distribuida.
Infraestructura blockchain, el motor silencioso de la descentralización
En el último trimestre de 2025, la blockchain de Solana alcanzó más de 500 millones de transacciones mensuales, consolidando su lugar como infraestructura de alto rendimiento. Al mismo tiempo, Layer 2 como Starknet y zkSync consolidan un ecosistema donde la blockchain ya no es sinónimo de lentitud ni tarifas altas. Esta transformación ha sido clave para que gigantes como Visa y Telefónica empiecen a integrar soluciones cripto en sus operaciones sin alterar la experiencia de usuario.
Además, la aparición de Rollups y DA Layers como Celestia ha separado la lógica de ejecución y disponibilidad de datos, optimizando costos sin sacrificar descentralización. Así, los proyectos pueden usar distintas piezas modulares para escalar sin comprometer seguridad.









