La inestabilidad de las monedas locales ha llevado a miles de africanos a refugiarse en stablecoins como Tether (USDT) y USD Coin (USDC). En países como Nigeria, donde la inflación anual supera el 30%, estas monedas digitales vinculadas al dólar estadounidense se han convertido en una herramienta cotidiana para preservar el valor del dinero.
En Lagos, comerciantes utilizan stablecoins para importar productos y pagar proveedores en el extranjero, evitando así las restricciones cambiarias y la constante devaluación del naira. El acceso a plataformas de criptomonedas como Binance o Paxful permite realizar operaciones en cuestión de minutos, con menores comisiones que las transferencias bancarias tradicionales.
Por otro lado, en Ghana y Kenia, los pagos digitales impulsados por M-Pesa han abierto el camino para una rápida adopción de activos estables. Los usuarios combinan sus monederos móviles con stablecoins para enviar remesas, pagar servicios o simplemente ahorrar en una divisa más estable que sus propias monedas nacionales.
El fenómeno no solo responde a la inflación. En regiones con sistemas financieros limitados, las stablecoins representan inclusión financiera real. Jóvenes emprendedores las utilizan para cobrar por trabajos remotos o recibir pagos internacionales sin depender de bancos.
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El Banco Central de Nigeria ha comenzado a reconocer el uso creciente de stablecoins, al tiempo que impulsa su propia moneda digital, el eNaira. No obstante, muchos usuarios prefieren las stablecoins privadas por su liquidez y facilidad de uso. De acuerdo con Chainalysis, África subsahariana concentra cerca del 10% de todas las transacciones globales en criptomonedas, con stablecoins como principal motor de crecimiento.
El volumen mensual de transacciones con stablecoins en la región supera los 1,000 millones de dólares, reflejando una tendencia que podría redefinir el acceso financiero en el continente.
